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Bohornia, el reverso de la realidad

EL CINE HÚNGARO, HOY

El cine húngaro actual es un elemento exótico para la mirada española, por lo desconocido que resulta en España. A menudo quienes se acercan a explorarlo lo hacen con la mirada extrañada propia de los guiris, que considerándose ellos el epicentro del mundo, viajan por el planeta como el que descubre por doquier culturas tribales ancestrales.

Es la mirada del “nuevo rico”, que con cierto aire de suficiencia, analiza lo desconocido con cierto aire de superioridad y perplejidad al mismo tiempo. Pero la cultura húngara (y con ello, su cine) ha estado ahí siempre, no necesita que nadie venga a redescubrirla y a incluirla en la cajita de recuerdos exóticos propia de la mirada del Oeste de Europa.

Esto explica que lo poco que conocemos del cine húngaro sea a través de quienes nos lo muestran como un cine de autor, cine heterodoxo per se, es decir, cine para intelectuales, o sea, para 4 gatos y con cierto aroma petulante. Y nada más lejos de la realidad, en el cine húngaro hay de todo como en botica: cine bueno, cine malo, cine “de autor”, cine “sin autor” (¿cine de masas?), cine policiaco, cine cómico, cine regular…….cine…… : fotografías en movimiento que nos cuentan historias.

 

LAS DÉCADAS DORADAS DEL CINE HÚNGARO

Y es que Hungría tiene una larga tradición cinematográfica, de hecho trabajar en el cine es aún hoy día algo muy prestigioso entre su población.

Podemos considerar a Hungría como la cuna o los antecedentes inmediatos de Hollywood, ya que a principios del siglo XX el primer estudio cinematográfico de Europa se construyó en Kolosvár, que en aquel entonces pertenecía todavía a Hungría (hoy en día se llama "Cluy Napoca" y es parte de Rumania). Hungría era por aquellos años el referente mundial de la naciente producción cinematográfica, los cineastas húngaros trabajaban con la UFA y multitud de películas alemanas fueron rodadas en Hungría.

A partir de los años veinte muchos cineastas húngaros se fueron a América huyendo de la dictadura de Horthy. Fueron ellos los que hicieron grande a Hollywood. Hablamos de directores como George Cukor, Michael Curtiz, o Ernst Lubitsch, por no mencionar a los compositores ganadores de Oscar y otros profesionales del cine. En los años cuarenta el legado del cine húngaro vino de la mano del cine de autor, con representantes como István Szöts o Géza von Radványi, cuyas películas son hace tiempo clásicos del cine magiar.

 

EL CINE HÚNGARO ACTUAL

A partir de los años cuarenta el cine húngaro entró en franca decadencia, con un cine de baja calidad estética sometido a la censura gubernamental. Se salva de la quema el cine protesta de István Szabó, que alcanza en 1981 el Óscar a la Mejor película extranjera.

Tras el comunismo Hungría ha destacado por ser a partir de los años 90 la cuna del cine porno europeo, de hecho Budapest es la ciudad europea donde más películas porno se ruedan al año, hecho que se explica por el bajo coste que suponen los rodajes en el país, aunque la tendencia es rodar cada vez más en Rumanía. Y no sólo porno, aquí han rodado muchos directores extranjeros, como S. Spielberg, Munich.

Como la inflación amenazaba con provocar la fuga de productoras extranjeras a Rumanía y resto de países del Este desde la entrada en la UE, el gobierno ha aprobado la nueva Ley del Cine (2004), con un sistema efectivo de incentivos fiscales, que garantiza un 20% de desgravación en todos los gastos en Hungría, lo que ha multiplicado por diez el número de películas extranjeras rodadas en el país.

Algo similar ocurre con el número de coproducciones internacionales con participación húngara y con la suma total de dinero gastado en Hungría por compañías cinematográficas extranjeras. Por supuesto, sigue siendo más caro que Rumania, pero esa situación no durará demasiado, según afirma el director Zoltán Kamondi.


Hoy en día el cine húngaro está presente en la sección principal de todo gran festival y son miembros de la Red Mundial de Cine de Arte y Ensayo. Es un cine pujante, lo que podemos cotejar con las 26 películas rodadas en 2006, muchas de las cuales habituales en los festivales, solo superados por Rusia en este aspecto como representantes de la Europa oriental.

La distribución internacional del cine húngaro se centra especialmente en Alemania, Francia y EEUU, pero es prácticamente un desconocido en España y Latinoamérica. Para poder competir en medio de un mundo globalizado (el 90% del mercado cinematográfico húngaro está copado por películas norteamericanas), se ha recurrido desde los años 90 a las coproducciones, en consonancia con el resto de países del mundo. La mayoría de estas coproducciones se realizan con Rumanía, Austria, Alemania e Italia. De hecho el legendario Festival de Cine de Karlovy Vary es una de las mejores oportunidades para acercarse a los cines del este de Europa.

 

DIRECTORES DE REFERENCIA

Entre los directores más destacados del cine húngaro actual destacan 3:

 

Zoltán Kamondi:

Destaca por la influencia italiana en su filmografía, especialmente de Fellini, reflejado en un estilo cinematográfico donde reina el aire de documental. Se ha caracterizado por retratar la sociedad que le rodea desde una perspectiva existencialista, que le permite captar el alma de sus personajes, sus sentimientos, pasiones, vicios, rencores, virtudes, frustraciones, maldades… ecce homo.

Entre sus películas destacan: Senderos de muerte y Ángeles (su primer largometraje), Tentaciones (2002, con una fantástica acogida en el Festival de Berlín), El Alquimista y la Virgen y su último trabajo, Dolina (2007), adaptación de la novela La visita del Arzobispo (Adan Kovacsics, publicada por Editorial Acantilado en España), donde narra la vida de Bogdanski Dolina.

El protagonista podría estar en Hungría, Bielorrusia, Egipto o Colombia, es el espectador quien ha de ajustar la historia a su propia experiencia, la de un individuo que afronta su monótona vida junto a toneladas de basura y bajo el sometimiento de un Estado brutal y terrorista.

 

György Pálfi:

Al cumplir 21 años se inscribió en la Universidad de Estudios Dramáticos, Cine y Televisión, y se graduó como director con su primer largometraje, Hukkle, que ganó el premio a la Mejor Película y el premio Gene Moskowitz de críticos extranjeros en la Semana de Cine de Hungría en 2002. A partir de su siguiente película, A Bus Came, se le considera como uno de los mayores talentos del cine húngaro actual.

Su última película ha sido un éxito internacional, Taxidermia (2006), premiada como Mejor Película en la Semana del Cine Húngaro (2006), Mejor director (Festival de Cine de Transilvania, 2006) y seleccionada para el Festival de Cannes (2006).

Taxidermia , delirante, absurda, surrealista, hiperbólica, hortera y genial al mismo tiempo, es la adaptación de dos novelas de Lajos Parti Nagy, que le permite retratar la reciente historia de Hungría, por medio de las vidas rotas de tres generaciones: la del abuelo, en los años de la primera guerra mundial; la del padre durante el régimen comunista y la del hijo en la actualidad.

La trama se enfoca en sus preocupaciones vitales: sexo, comida, salud y destreza física. Un trabajo barroco, susceptible de diversas lecturas que, además, recrea lo mundano y las necesidades primarias de estos hombres con escalofriante belleza.

 

István Szabó:

Szabó (Budapest, 1938), está considerado como uno de los mejores directores del panorama cinematográfico europeo del momento y es sin duda el rostro más conocido de entre los directores húngaros con proyección internacional. Sus primeros largometrajes, de escasa repercusión mediática, tuvieron que sortear la mirada inquisitorial de la censura, con obras marcadas por el espíritu contestatario propio de los años 60 y 70. Entre ellas destacan Apa (padre), 1966, Szerelmesfilm (1970) y Tuzoltó utca 25 (1973).

En los años 80, su cine abandonó la vocación de arte minoritario para abrirse hacia un cine de masas, lo que le llevaría a su consagración, son los años de reconocimiento internacional. Así, la trilogía Mephisto (1981) logró el premio al mejor guión en el Festival de Cannes y el Óscar a la Mejor Película Extranjera. Luego vendrían Colonel Redl (1984, Premio del Jurado en el Festival de Cannes) y Hanussen (1988).

En los años 90 Szabó ha rodado varias películas en inglés, como Conociendo a Venus (1991), Sunshine (1999) y su última obra, Being Julia, nominada al Óscar por la brillante actuación de Annete Bening. En 1996 recibió el Premio Pulitzer por su serie documental Los cien años del cine.

LOS HOMBRES Y LAS HEMBRAS

LOS HOMBRES Y LAS HEMBRAS

Hoy me apetece tener una conversación “de género”, lo sé, el propio apelativo suena a cursilada de las gordas, pero el tema creo que promete. Los hombres y las hembras somos animales de una misma especie nacida hace unos 200.000 años en el Norte de África (no preciso más para que mauritanos, argelinos, libios y pobladores de Oriente Próximo tengan la fiesta en paz, bueno, diré “tranquila”, palabra que sí aparece en sus diccionarios), ambos homo sapiens sapiens, o sea, “el hombre / hembra ¿doblemente sabios?”.

Como especie desde luego no nos falta abuela, no hay más que ver el rimbombante nombre de nuestra especie, sí, digámoslo en román paladino, no nos llamamos a nosotros mismos cosas que se le podrían ocurrir a un gorila, un elegante o un koala, cosas como “los avariciosos”, “los ladrones de la naturaleza”, “cerebros con patas“, “los multiorgásmicos sin celo”, no, nos llamamos “los más listos”. Aunque a veces el abismo que media entre hombres y hembras es tan profundo que todos nos preguntamos si verdaderamente ambos descendemos del mono o ellas nos han mentido y en realidad provienen de una especie alienígena que ha venido a la Tierra para embaucarnos a todos los hombres. A estas alturas las féminas estarán un poco moscas porque aludo a ellas como hembras, lo seguiré haciendo, pero como decía el Senador de California “no problemo”, a ver, repasemos Ciencias Naturales del actual 2º de Bachiller: de conejo, coneja...de perro, perra....de zorro, zorra...y de hombre, hembra...(con perdón).

A veces me pregunto si verdaderamente somos los más listos o los más tontos de la Tierra. Y si somos los más listos... ¿lo somos los dos juntos, o la infinitamente superior inteligencia femenina arroja una media que nos coloca en el número uno del medallero de la Terra-Sofía?.

Y dicho esto, abro la Caja de Pandora y lanzo a los cuatro vientos algunas de las preguntas que llevo haciéndome toda la vida sobre ellas, de vosotros depende que me las siga haciendo, así que como dice Laporta, “al loro”:

· ¿Por qué cuando ellas dicen “no” en realidad quieren decir “sí”, salvo en el supuesto en que tu esperes que ellas digan “no” sólo para hacerte creer que es que “sí”, en cuyo caso dirán tres veces “no” para negar la doble negación que es afirmación?.

· ¿Por qué la mujer es el único ser del universo que podría decirle a su pareja, sentados frente a frente tras un día entero sin mediar palabra: “te doy la razón en todo lo que has dicho”?.

· ¿Cómo es posible que con sólo dos ojos ellas sean capaces de detectar tu sutil desvío de miradas cuando camináis los dos juntos por la playa y pasa un grupo de chicas delante de vosotros?. Detectará tu mirada de soslayo, mientras ella echa una mirada al socorrista buenorro de la torre vigía, otea el precioso horizonte del atardecer marino, controla el cubito de arena del niño descalzo que juega en la orilla, sin olvidar que se está inquietando porque aún lo has besado románticamente en plena puesta de sol, pero ojo porque a su vez está pensando en cómo llegar al puerto deportivo por el camino mas corto y ¡zasssss!, en esa fracción de segundo tiene tiempo para atizarte una colleja y amenazarte con guerra fría en el camastro si se vuelve a repetir tu osadía.

· ¿Por qué ellas son los únicos seres del universo que son capaces de detectar si aun hombre le pasa algo con sólo mirarle a los ojos?. Ellos lo negarán rotundamente, con un tono entre jocoso y sorprendido, mientras mastican interiormente “sí que son brujas, sí...”.

· ¿Por qué ellas no son capaces de aceptar la simplicidad del hombre?, me explico, ¿por qué después de una larga conversación placentera y feliz con su chico, él se va ala cama todo feliz y ellas activan un rastreador mental de frases pronunciadas por él, las analizan hasta exprimirlas y entienden justamente lo contrario de lo que él ha dicho?. A la mañana siguiente ella le echa la bronca, él lo flipa y le cuelga el teléfono. A la tarde, después de 15 llamadas perdidas de ella, él la llama, y rehace como puede la conversación del día anterior, pero como no se acuerda ni qué comió por la mañana, termina liando aún más el asunto. A la noche, aparte de que él ya no sabe ni de qué hablaron el día anterior, se pregunta de qué carajo están discutiendo. Nadie lo sabe. Él termina admitiendo su culpabilidad, es culpable de ser culpable.

· ¿Por qué ellas no pueden resistir la tentación de tener controladas todas las vías de comunicación que ellos tienen con el mundo?. Con razón, CIA y KGB son palabras femeninas. Ellas controlarán su móvil con rastreos minuciosos, le sonsacarán la clave de su email bajo la máxima de “no debemos tener secretos, ¿o es que acaso me ocultas algo?”, controlarán su agenda, le vaciarán los bolsillos de la ropa que dejó sobre la cama el día anterior y hasta terminarán realizando un listado mental de las amigas de su chico que puedan resultar una amenaza.

· Hablando de amenazas, ¿por qué la mujer es capaz de diseñar la amenaza total?. Sí, porque para ella hay dos tipos de amenazas. Una, no olvides que es la mayor de todas, las más latente, es la de la/s ex de su chico, ante ellas siempre activan la operación hollywood (ropas de gala y maquillaje al máximo, hay que sacar los tanques a la calle). La segunda es la amenaza de la madre, la guerra fría nunca declarada, es menos espectacular pero se extenderá de por vida, es como montar en bicicleta, nunca se olvida. Una vez que ella ha superado con nota el examen inicial de la madre (porque si no, ahí se acaba la relación), ella nunca le perdonará la mirada incisiva con scanner de rayos X del primer día que entro en casa, por ello la madre de él es siempre el elemento a batir, al fin y al cabo esa vieja es la culpable de que él no recoja los calcetines del baño.

· ¿Qué extraño poder tienen ellas que les permite ser la femenina trinidad: “amiga, amante y consejera”?. No me lo explico.

· ¿Por qué ellas aspiran siempre a sentirse deseadas por el mayor número de chicos posible y por el mayor intervalo de tiempo que Dios le de a bien aspirar?. Él, pobre iluso, cree que ella sólo se arregla con esos modelitos impresionantes para él, no comprende que ella es y será del mundo, aspira a dominar un imperio, el imperio de las hormonas masculinas.

El autor del escrito no se responsabiliza de las opiniones vertidas, por estar bajo proceso de intensa enajenación mental. No sabe lo que dice.

EL CAMPO Y LOS HOMBRES DEL TIEMPO

EL CAMPO Y LOS HOMBRES DEL TIEMPO

Una vez le oí decir a Gabriel García Márquez “cuando empieces a escribir y sientas que no sabes cómo arrancar la primera línea, pasa a la segunda línea”. Desde entonces Gabriel ha sido el padrino de todas mis “secundonas líneas”, que se libran así de deambular en la orfandad más absoluta. Pero hoy de lo que me apetece hablar es del tiempo, sí, de las manifestaciones meteorológicas que configuran el clima de una zona.

A mediados de los años cincuenta (1956) llegaron a España los primeros televisores gracias al reconocimiento exterior del Régimen franquista (atrás quedó la mítica frase de Salazar “orgullosamente solos”), sí, esos aparatos ruidosos en blanco y negro que dejaban atónitos a abuelos, padres e hijos ante el estupor de un invento nacido veinte años antes: ver en tiempo real imágenes captadas a cientos de kilómetros. TVE comenzó a emitir el 28 de octubre de 1956, como una televisión local de Madrid, con un radio de 70 kms: 600 receptores pudieron ver dos entregas del NO-DO, la actuación de los grupos de coro y danza de la Sección Femenina de la Falange, la del pianista Enrique Cubilles y la de la Orquesta de Roberto Inglez. Para 1961 ya tienía cobertura peninsular y en 1964 llegó a Canarias. Fue entonces cuando los hombres del tiempo, que desde fines del XIX habían transmitido sus arbitrarias previsiones meteorológicas a través de las hondas hertzianas, pasaron a tener un rostro visible, les pusimos cara a Mariano Medina y comenzamos a ver como exponían sus vaticinios no ya sentados en una mesa frente al micrófono radiofónico de RNE, sino ante un mapa de TVE, un mapa que resultaba enormemente extraño, solapado como estaba por unas líneas a las que se llamaban isobaras y que aparecían entre un mar de huevos fritos. Televisión Española necesitaba un hombre del tiempo para sus primeros informativos de la noche y fue el 30 de octubre de 1956 cuando Mariano Medina se estrenó en ese papel. Los mapas isobáricos y las previsiones las hacía él mismo con tiza sobre una pizarra y así salían por antena a través de los 40 televisores que había en España. La sección se titulaba Del observatorio a su receptor, pero como era un poco cursi se cambió por el de Tiempo probable, que tampoco le gustó a Medina; era demasiado oficial. Las primeras informaciones eran muy básicas, pero con los meses se incorporó la información marítima y, con los años, apareció una fotografía estática del satélite.

Por aquel entonces, lo más parecido a un sistema de predicción meteorológica eran los arcaicos medidores de presión atmosférica, humedad y viento (barómetro, higrómetro, anemómetro) con los que los meteorólogos lograban a lo sumo, atisbar el comportamiento meteorológico de las próximas horas. Todo lo que abarcase más allá del día siguiente era poco menos que pelar la pava con los televidentes.

Con la televisión nacía un nuevo mundo, el de la imagen, la sociedad del oído y la palabra, iba a convertirse en pocos años en la sociedad de la imagen en tres dimensiones. Había nacido una nueva sección televisada, la meteorología, que gozaba de una posición honor justo al final de nuestro Parte informativo de cada día, lo que hoy conocemos como Telediario. Señores entrajetados como Mariano Medina o Eugenio Martín Rubio lograron que muchos mayores que en su día se vieron privados de alfabetización conocieran por primera vez la fisonomía de España, cayeron en la cuenta de que España es una copia mimética del retrato de Federico di Montefeltro de Piero Della Francesca, con nariz pronunciada, casi diría imponente y señorial, pelo rizado con flequillo al más puro estilo The Beatles, y por si fuera poco, con coleta taurina y nuez pronunciada.

A la par que nacía la “imagen del tiempo”, se fueron perfeccionando las tecnologías de previsión meteorológica: después de que en 1957 Serguei Koroliov y Boris Chertok pusieran en órbita sobre la Tierra el Sputnik I (aquello más que una proeza fue un milagro, Moscú la propulsó y puso en órbita con el único ordenador que existía por aquel entonces en la URSS) con el único objetivo de demostrar que el sistema comunista los tenía mejor puestos que el sistema capitalista, la NASA se planteó darle alguna utilidad a los proyectos espaciales, al menos para justificar los inmensos gastos de la carrera espacial, que los nazis, sin saberlo, habían cimentado con los primeros misiles intercontinentales, los V1 y V2, apéndices de la frustrada “Operación Inglaterra”. Después de que los norteamericanos fueran pioneros en colocar una cámara fotográfica que hiciera instantáneas a la Tierra, pronto la NASA cayó en la cuenta de las aplicabilidades prácticas que ello tenía. Nacía así el primer satélite meteorológico, el Vanguard II, puesto en órbita el 17 de febrero de 1959.

Hoy todo es bien distinto, la totalidad del planeta está bajo la cobertura precisa de satélites de previsión meteorológica, cuyos datos se procesan en impresionantes agencias meteorológicas. Hemos avanzado mucho, pero en palabras de Julio Marvizón “toda previsión a más de tres días, sigue siendo ciencia ficción”. Y sin embargo, todos esos avances científicos, no se han visto acompañados de un aumento de la importancia de la meteorología en el espacio televisivo, todo lo contrario: tenemos los mejores medios de la historia para prever el tiempo y le dedicamos menos tiempo que nunca a explicarles a los ciudadanos la previsión meteorológica y a contribuir a su cultura climática. Ya no hablo de explicarles a los televidentes qué son las isobaras, por qué el viento de levante es seco, o qué es la gota fría, eso ya lo descarto por imposible, a lo más que llegan es a especificar la cantidad y calidad de la nieve en las pistas de esquí y el estado de los embalses cuando se acerca el estío y las ranas emigran de charca con cantimplora. Hablo de volver a recuperar la dignidad del momento del “tiempo” en los telediarios, de dotarlo de tiempo suficiente para que a quienes les va la vida en ello, puedan tener un acceso adecuado a esa información. Hablo de tener sensibilidad para con el medio y la agricultura y ser conscientes de la necesidad de lluvia.

La televisión ha sido siempre la voz de su amo, y su amo ha pasado de ser un Estado eminentemente agrario en los años cincuenta, donde la atención que se le prestaba a la previsión televisada del tiempo era lo más parecido al “prime time”, de ello ha pasado a ser un Estado con una economía moderna, donde prima el sector servicios. Y al sector servicios le importa el tiempo, lo que Zapatero la niña de Rajoy, un bledo. Y si el bledo es soleado impertérrito, tanto mejor, así nos vamos con los niños a la playa.

El parte meteorológico de los telediarios está hoy en manos de urbanitas de ciudad hiperasfaltada, donde lo más parecido a una dehesa son los arbustos que ennegrecidos de dióxido de carbono y azufre sólo esperan una muerte lenta en los bulevares. El urbanita es un espécimen digno de un análisis perspicaz: en su jungla de cristales, titanio y asfalto se siente el amo del mundo, llega a creer en lo más profundo de su ser que todo cuanto acontece en la naturaleza puede ser amansado y controlado por la mano humana, que obedece por así decirlo a un orden antrópico. Asocia a la naturaleza la misma fiabilidad que a la nómina que cada fin de mes le espera en su cuenta bancaria sin margen de error. Es incapaz por tanto de imaginar que andando por el bosque una rama desgajada por el viento puede caer sobre su cabeza y aplastarle el cráneo con la misma facilidad que él estruja un papel. En su lugar piensa que algún técnico de la Junta habrá evaluado los riesgos de la zona y bajo ningún concepto el azar puede perturbar la normalidad cotidiana de su insulsa vida.

Con esa misma lógica apabullante, considera que el espacio dedicado a la previsión meteorológica es una “pérdida de tiempo”, bosteza cada vez que ve a Maldonado o Florenci Rey explicando con supina sabiduría algún secreto de la ciencia que tanto aman. Marginados de las pantallas, hoy en día es inimaginable que los hombres del tiempo se dediquen a escribir literatura meteorológica, como hacía Mariano Medina, con “El tiempo es noticia”.

Por ello, porque las cotas de audiencia se desploman si la previsión meteorológica va más allá de los escasos 2 minutos, la previsión ha quedado postergada a un apéndice raquítico en claro peligro de extinción. El urbanita sólo desea lo que él llama “buen tiempo”, sol y calorcito los 365 días del año. Su vida, donde el sentido de lo lúdico todo lo inunda, no contempla un fin de semana de lluvia o nieve, a las que él define como “mal tiempo”. Sólo se acuerdan de la lluvia y la necesidad de ésta cuando, como ahora, llevamos 4 años de sequía continuada. Eso sí, del agua del que se acuerdan es del “agua de boca”, o sea, del agua del grifo de su cocina. Lo que le ocurra al campo, al agro, a los cultivos, eso le es tan ajeno, que pertenece al submundo de viejos catetos con boina a los que creen conocer pos sus escapadas de fin de semana a hoteles rurales “con encanto”.

Por suerte o por desgracia me he criado en una casa donde el momento del “tiempo” tras el Telediario, ha sido siempre “sagrado e inviolable”. Ya pueden estar mis padres en el más profundo de los sueños de su siesta, que con sólo escuchar la sintonía que dedican a este espacio cualquiera de las cadenas privadas o públicas, sus ojos se abren con la rapidez del rayo y absorben cuanta información le es posible en el escaso intervalo que transcurre entre la maratoniana sección de Deportes y la publicidad previa a las bananeras telenovelas de turno. Todos hacemos mutis guardando un silencio sepulcral en el momento en que el hombre del tiempo pronuncia su parte meteorológico. Y todos comentamos a posteriori nuestras impresiones, a menudo desconfiadas, acerca de los pronósticos emitidos.

Como consecuencia de ello, en mi casa el tiempo meteorológico es como un bucle, se ve en todas las cadenas posibles, de forma cansina en doble sesión de tarde y noche, sin excepciones de ningún tipo. Porque en mi casa, como en todo hogar de agricultores, el tiempo es el único jefe, un jefe arbitrario, con reacciones imprevisibles a una semana vista, del que nunca sabes qué esperar, un jefe totalitario que o bien te premia con el cuerno de la abundancia o bien te fustiga con la más aplastante de las miserias.

El espacio de información meteorológica de La Primera de TVE (el único que con José Antonio Maldonado al frente, se salva de la quema) ofrecido tras la segunda edición del telediario del día 24 de marzo de 2003 fue el noveno programa más seguido en marzo, con una cuota media de pantalla del 28,7 por ciento y 4.907.000 espectadores (Noticiasdot.com).

No, no era Semana Santa, ¿entonces por qué pasa esto?. ¡Que piensen otros!.